jueves, 9 de julio de 2009

Estudiantes sólo empató y ahora va a todo o nada a Brasil

Estudiantes cree en la historia. En su historia copera. De hazañas, aquí, allá, en cualquier rincón del planeta. Y a eso se aferra tras su primera final de la Copa Libertadores después de 38 años. Es que el empate no multiplica esperanzas. Resta. Y lo único que suma son dudas. Porque se supone que en el Mineirao todo será más complicado. Porque no sabe cómo estará físicamente Estudiantes en una semana. Porque se imagina que Cruzeiro crecerá. Por eso la ovación del final sonó más a un agradecimiento al esfuerzo que a un canto de ilusión. Una pena. Porque si bien Estudiantes no jugó bien, no tuvo demasiadas ideas, mereció ganar. Por algo el destacado fue el arquero Fabio. Para exprimir la localía al máximo, el plan de acción de Estudiantes fue quebrar a Cruzeiro de entrada a pura movilidad y aprovechando las descompensaciones de los marcadores centrales del equipo brasileño. Insistió Estudiantes. Rodeó a Cruzeiro y obligó a Fabio a dos atajadas de figura, sacando un tiro libre de Verón y desviando al corner con una mano un remate de Enzo Pérez quien había armado una pared con Gastón Fernández, uno de los más movedizos.

Como Estudiantes no encontró el gol en ese cuarto de hora inicial, después Cruzeiro creció. A no confundirse. Este Cruzeiro, a pesar de contar con los mismos nombres, no fue el que había estado aquí en la fase de grupos, el que llegó clasificado y Estudiantes goleó 4 a 0. Aquella vez hubo un paseo por los alrededores de la ciudad que obligó a sus jugadores a realizar el calentamiento previo en el micro. Aquella vez hubo un gol de La Gata Fernández que facilitó todo. Esta fue otra historia.Una vez que soportó el asedio del principio, Cruzeiro peleó el control de la pelota. Y supo rodear a un Verón en inferioridad física por una distensión.Como le faltaba la precisión de cirujano en los últimos metros, Estudiantes apeló a otro camino: las jugadas con pelota detenida que tanto había ensayado aprovechando la zurda de Benítez. Pero esa fórmula tampoco halló los resultados esperados en las oportunidades que se presentaron a los 29, 31 y 33 minutos por fallas en la ejecución, por aciertos de los defensores de Cruzeiro, porque los receptores no llegaron a los sitios indicados, por...

Aunque emparejó el desarrollo, Cruzeiro careció de profundidad y no logró hacer pesar en el área a su goleador, a Wellington. Es más, en el cierre del primer tiempo, Estudiantes tuvo otras dos chances claras. La primera nació en un gran pase de Benítez para Fernández, quien demoró el pase al medio para un Boselli que llegaba solo para empujarla. Y la segunda fue una bomba de Verón desde afuera que Fabio voló y guardó entre sus guantes, como un viejo arquero.Más duro todavía fue el segundo tiempo. Una etapa en la que Estudiantes arrancó pasándole lo mismo que en la primera. De entrada Fabio le tapó un mano a mano a Boselli y le sacó un cabezazo bárbaro a Desábato. Después, las fricciones y la escasa claridad. Con un codazo de Ramires que lastimó la cara de Verón. Con un puñetazo cortito de Schiavi a Wellington. Con Cruzeiro peleando, trabando, cortando el juego con muchas infracciones. Con Cruzeiro también protestando una caída dudosa de Wellington en el área tras un forcejeo con Desábato. El árbitro Larrionda, sabiendo que se jugaba en La Plata, como no era una escena indiscutible, dejó seguir.

Inclusive, en los 20 minutos finales, Cruzeiro quedó cerca del gol. Hubo un cabezazo de Leonardo Silva apenas desviado. Hubo una chance increíble que tiró afuera Kléber, con el arco libre, cuando estaba caído Andújar tras una floja respuesta en un centro. Y hubo un derechazo de Wellington por arriba. También lo tuvo Salgueiro, pero se le fue afuera. Mereció ganarlo Estudiantes, pero también pudo perderlo. Ahora, al Mineirao. Por una hazaña. Por otra hazaña acorde a la historia. Será muy difícil, pero vale creer en Estudiantes. Clarín